viernes, 21 de mayo de 2010

Despedida

Recuerdo los sueños casi desde que tengo recuerdos.

Los malos y los buenos. Siempre me dejan huella, una especie de sensación de realidad que traspasa los límites de la insconcencia onírica mezclándose con las primeras nociones de estar ya consciente.

Hoy he soñado, como todas las noches, y como casi todas las mañanas, nada más abrir el ojo, he recordado perfectamente lo que estaba soñando. Incluso he recordado que dentro del sueño, a la protagonista del mismo le decía que había soñado con ellas muchas veces.

Los sueños me han servido a lo largo de mi vida de terapia. Casi siempre para aceptar situaciones que me costaba superar cuando estaba despierta.

Cuando mi marido me fue infiel, soñaba con la interfecta y le pegaba unas bofetadas descomunales, a veces a ella, por cínica y sinvergüenza, y a veces a él, por mentiroso miserable. Supongo que era mi forma de compensar mi racionalidad cuando me tenía que enfrentar a verles pasear tan panchos por mi pueblo delante de todo el mundo.




Ahora sueño con mi amiga del alma, mi casi segunda hermana. Aquella que se me metió bajo la piel sin avisar, poco a poco, hace casi 6 años y que a fuerza de llamarme a diario, de seguir mi vida casi al minuto, se me hizo imprescindible.

Ella se separó y estuve a su lado todo el proceso mientras tomaba consciencia de que había dejado de querer a su marido y no podía seguir así, hasta que asumió que amaba a otro hombre.

Yo me separé y ella estuvo a mi lado, abriéndome los ojos al principio, enjugándome las lágrimas en el proceso y aconsejándome un poco más desde la distancia cuando luchaba por salir adelante sola en mi negocio y en mi casa, en un entorno nuevo en el que ella ya no estaba tan presente físicamente, pero aún contaba con su apoyo moral.

Y un buen día, comenzó el distanciamiento. No sé muy bien decir cómo ni por qué, tengo varias teorías, pero se empezó a hacer tan patente que yo misma intuía este final pero me negaba a creerlo, hasta que fue tan evidente hasta para mí que quise plantar cara a la situación y aclararlo con ella. Pero fue imposible. Años de intimidad, de risas, de complicidad, de cariño y de amor, tirados por la borda, reducidos a un simple ¡hola! y pasar por mi lado como si fuera la vecina de enfrente. Un ligero remordimiento de conciencia y apareció un atisbo de valentía escondido tras una miniconversación de chat que se difuminó en un sms de disculpa por no poder cumplir con la cita solicitada y basada en un "nos lo debemos" bastó para dejar claro algo que yo ya tenía asumido cuando comprendí el significado de aquel ¡hola! tan frío y cordial al mismo tiempo.

Desde aquí, donde no puedes leerme ni quiero que lo hagas, me despido de tí, amiga.

Te sigo echando de menos, pero lo superaré, no te preocupes.

No quiero parecer prepotente, porque no lo soy, pero sinceramante creo que pierdes más tú que yo. Yo habría seguido estando a tu lado toda la vida y sabes que podrías contar conmigo siempre. Tú, con tus razones que no has llegado nunca a contarme, no has sido capaz de hacer lo mismo. Sólo te deseo que no te arrepientas nunca porque hay cosas en las que no se puede dar vuelta atrás y, lamentablemente, ésta es una de ellas....y lo siento. ¡Hasta siempre!

lunes, 10 de mayo de 2010

Hemos vuelto

Al menos yo....
Louise llegará pronto ...supongo :)

No sé por qué pero sentía la necesidad de retomar mi anonimato, de gritar al viento lo que me dé la gana sin ojos espias del facebook, del messenger, o de otros blogs demasiado visitados para ello.

Quizá debieramos cambiar el título, ¿no Louise?. Ya no somos recién divorciadas, de hecho, yo no llegué a serlo en la práctica, pero sigue describiendo muy bien la etapa que compartimos juntas y nunca olvidaré.


¡Va por nosotras!