Vuelta a la realidad

Lo bueno, lo bonito, lo maravilloso de las vacaciones es que durante su transcurso todo vale, se deja atrás todo lo malo, lo pendiente, lo inconcluso y sólo se piensa en la diversión, conocer gente nueva, sitios nuevos, practicar idiomas, comer y beber cosas diferentes a las habituales.
Todo eso lo dejo para el blog de Crika, donde sólo pondré positivismo y alguna que otra reflexión pajera de las mías.
Aquí verteré lo privado, lo que realmente ya no quiero compartir con nadie más que con vosotros tres.
Llevo demasiado tiempo compartiendo todo con todos y estoy cansada ya de opiniones diversas pero sobre todo de las no-opiniones, aquellas de los que me leen, mejor dicho, me cotillean en silencio y son de mi entorno conocido más cercano: tanto amigos del "míster" como familiares que no me llaman pero se sienten ofendidos por nos ser invitados a una fiesta como la del ASV o no me prestan ayuda con los niños por pensar que tengo mucho morro al irme de vacaciones una semana.
Estoy de bajón.
Es oficial.
Lo estoy.
Y motivos no me faltan, pero el principal es el puñetero error más grande de mi vida:

enamorarme de un egoísta y, lo peor aún, que EL ME AME y no consiga dejar de hacerlo. Porque si al menos él lo hiciera, ya no tendría ninguna posibilidad de seguir queriéndole, pero como la niña está tan segura del amor de áquel por ella, de la reciprocidad del sentimiento tan fuerte que no puede controlar en un domingo de cañas y disfraces, tuvo que entrar al cuarto de baño del tres torres para demostrar a sus amigas que él respondería como ella sabía: besándola sin mediar palabra, con la misma pasión desenfrenada que 11 años atrás les llevó a recorrer la mitad de la distancia física que les separaba para encontrarse cada pocos días en aquel hotelito apartado de Lerma.
¡Bieeeeen!¡Lo conseguí!.
Sí, es cierto, me sigue queriendo. ¡Vaya suerte la mía!. Justo ahora que estaba empezando a remontar voy y me enredo otra vez en la misma telaraña pegajosa y oprimimente que había casi conseguido dejar atrás.
Vizconde, no quería yo que se enterara usted de esta forma, es más, pensé enviarle un correo privado pero para el caso es lo que estoy haciendo ahora. Tanto la marquesa como Lousie lo saben ya. Una por ser testigo telefónico casi presencial de mi gran cagada y la otra por compartir una semana de convalecencia, risas, tolerancia y turismo en Dublín.
En fin, espero ver las cosas con más positivismo, pero la vuelta a la realidad es dura...no hay flores, ni bienvenidas cariñosas, sino reproches, ganas de controlar mi corto pasado en solitario, novedades no contadas por "despiste" y pocas cosas de las malas que hayan pasado a ser buenas, sino muchas malas que siguen siendo malas.

¿Mi perdición? Seguir siendo una romántica empedernida, enamorada del amor..