Se supone que soy más inteligente pero me vence el ser tan transparente, y dejar traslucir mis sentimientos, así que recordé de repente que su actitud no deja de ser una pose, recordé la conversación del viernes pasado en la que conseguí arrancarle una confesión lacrimosa de lo mucho que le costaba "meterme en una cajita" para almacenarme en su desván de causas perdidas por las que no merece la pena llorar más. Y se hizo la luz en mi atorado cerebro empeñado en autocompadecerse: yo puedo ser como él.
No egoísta hasta un grado tan extremo, ni superficial como para reírme de todo lo importante de la vida, pero sí adoptar la misma pose "guay" que él, sobre todo con él, que es precisamente lo que me hace a mí. Se muestra cordial, simpático, pero distante y hace todo lo posible para no dejar traslucir su dolor, porque en el fondo lo tiene, ni lo mucho que aún me quiere, a su manera, eso sí.
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